Pará que lo agendo

No hay nada más divertido que tratar de armarse la agenda de una chica moderna: casada, una hija. Profesional e independiente.
A pesar de todos los avatares de la vida moderna yo tenía para estos días anotado en mi morgan roja lo siguiente: terminar las ilustraciones para el cuento infantil de M., empezar las ilustraciones para los personajes de mi cuñada en baires, diseñar el catálogo y las estampas para esas remeras, y también no olvidarme del pack bendito para el laboratorio, pedir un turno con la dentista, anotarme en teatro, pasear por los negocios palermitanos buscando cosas lindas para ver y rogarle a mi billetera que me alcancen los morlacos para solventarme algún capricho, ir a "puro diseño", ordenar mi placard y descartar todo aquello que seguro este invierno no voy a usar, comprar entradas para el "Bafici" en cantidad y mirar pelis hasta que los ojos no respondan, pintar los estantes del cuarto de R., etc., etc.
Todo genial, y al mismo tiempo resultó muy pero muy inútil el tratar de organizar mi agenda, ya que a la nena le está costando la adaptación a la doble escolaridad. "Igual está divina eh -me dice su rubia y bilingüe maestra- le cuesta el horario, por eso por ahí si vos podes venir al mediodía y te la llevás a comer...". Pero escucháme una cosa, yo ya se que mi hija está divina, de hecho es divina; lo que no sé, es por qué mierda me llaman desde hace una semana todos los benditos días para que hable con la nena, que la busque, que la lleve y la traiga, a la mañana, mediodía y tarde... "pero es hasta que se adapte al horario, quedáte tranquila que ella está genial, a todos los chicos les cuenta al principio..."
Al principio todos me preguntaban que iba a hacer yo todo el día, como ocuparía mi tiempo, haciendo qué... bueno ahora lo sé, lo mismo que antes, pero multiplicado por tres!