Mi trabajo es bastante anárquico. Soy diseñadora gráfica y desde que nació R. decidí, después de muchos años de laborar en relación de dependencia, que lo mejor era trabajar por mi cuenta y desde casa; así podía estar más tiempo con la nena, organizar mis horarios, y dedicarme a lo que me gusta, tener algún hobby, y bla bla bla. Claro, eso era lo que yo pensaba, imaginaba y anhelaba. En la práctica, la realidad se presenta en dos formatos:
A) Cuando tengo mucho trabajo.
Y entonces ahí voy yo, cual correcaminos, con un día de apenas 24 horas, dividiendo mi tiempo y mi cuerpo entre la nena y sus cosas, G. y sus cosas, la casa, las cuentas por pagar, y las 14 horas de trabajo diarias que no me alcanzan y no me dejan tiempo para casi nada de todo lo otro que alguna vez soñé que haría en el hipotético caso de trabajar por mi cuenta.
B) Cuando no tengo nada para hacer.
Cualquiera en esta situación, aprovecharía para descansar, pasear, u ocuparse de aquellas cosas que quería y transitando A) no podía. Cualquiera menos yo. No. A mi, me empieza a inundar una sensación de paranoia generalizada que básicamente se traduce en.. y mirá si no aparece más trabajo.?!!!!. Y mirá si no me llaman más? Y como hago? Y como vamos a hacer?.
Como toda obsesiva no puedo estar sin hacer nada, pero como la inseguridad que me provoca no tener qué hacer, me impide hacer lo que de verdad me gustaría, suelo resolver estos momentos ocupándome de todas aquellas cosas postergadas y súper pero súper necesarias, como ser:
- Limpieza profunda de baño y cocina.
- Orden de placares, aprovechando para catalogar la ropa según color, y estación.
- Limpieza de todos los vidrios y lustre de las manijitas de bronce de toda la casa.
Desde el jueves pasado estoy pasando por el período mencionado en B), Ya el domingo por la tarde empecé a sentirme como un verdadero hongo física y espiritualmente. Por lo que promediando la tarde del martes, acá estoy herida de gripe y con la neura a flor de piel. “Somatizando“, como diría MT., y para colmo que ayer no fui para que me diga esas cosas horribles que suelen decirte las psicólogas en casos como éstos.
Por lo que asumiendo el riesgo de la automedicación, me parece que lo más saludable para una sintomatología como la presente, será que me tome unas pastillitas de ibupirac y que me ponga con R. a escribir la historia de las sirenas y los tiburones que nos pidieron en el jardín.
2 comentarios:
Me quedé pensando en sirenas y tiburones... quien es quien en cada caso... de qué sirve emerger a la superficie de vez en cuando y de que sirve vivir en lo profundo... y como relacionarlo con la versión A y B de tu vida.
Cuando te sentis sirena y cuando tiburon?? te acordas el aviso?? -que somos?!?! tiburones?!?!?
jajaja!!! Yo si me acuerdo del aviso...
Mena, viste que siempre cuando hay hay y cuando no hay hay otra cosa. Bueno, voto porque esos "Hay" no sean "Ayyyyy"
Me hizo reir tu entrada en una parte y seriarme (ponerme seria) en otra... Hay posibilidad de cambio cuando ya le saqué la etiqueta a la prenda nueva?
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